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La corrida celebrada en Céret fue un evento cargado de
simbolismo y emoción, especialmente por la despedida del maestro Fernando
Robleño. Curro Díaz compartió cartel con él y con Juan de Castilla, lidiando
toros de la ganadería portuguesa de Sobral.
Ambiente y contexto
Plaza llena en el tercer festejo de la feria.
Robleño recibió un homenaje previo al paseíllo, incluyendo la
entrega de la medalla de la ciudad.
El maestro Curro Díaz brindó su faena al propio Robleño, en un
gesto de respeto y camaradería.
Actuación de Curro Díaz
Primer toro: “Presidiario”, serio y con
cuajo. Curro lo saludó con verónicas de buen gusto. Hubo emoción en el tercio
de varas, con el toro arrancándose con fuerza. La faena fue de altibajos,
marcada por la falta de poder del toro. Curro intentó templar y mostrar ambos
pitones, pero terminó con una estocada baja. Recibió una ovación.
Cuarto toro: De embestida deslucida y
sin entrega. Curro lo trató con suavidad, pero la faena no logró conectar con
el público. La mayoría de los muletazos fueron aislados, sin posibilidad de
ligar. Terminó con una estocada tendida y caída. Recibió silencio
Aunque no fue su tarde más brillante, Curro Díaz dejó
destellos de su torería clásica y elegante, especialmente en los primeros
compases de su faena. Céret, fiel a su tradición torista, exigió mucho a los
toreros y a los toros, en una jornada marcada por la emoción y el respeto.
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